En un partido no apto para cardíacos, Independiente Rivadavia demostró de qué está hecho y rescató un empate heroico 0 a 0 contra Huracán en el Bautista Gargantini. El equipo jugó los minutos finales con un hombre menos por la expulsión de Leonard Costa, pero aguantó con garra y corazón para sumar un punto vital.
No fue una noche de lujos, pero sí de una entrega conmovedora. Independiente Rivadavia se plantó en el Gargantini y jugó un partido de igual a igual contra un duro Huracán, en el marco de la fecha 10 del Torneo Clausura. El encuentro, trabado y luchado en la mitad de la cancha, se encaminaba hacia un empate sin goles, pero el destino le tenía preparada una prueba de carácter al equipo de Alfredo Berti.
El Momento Clave: La Expulsión que encendió a la Hinchada
Corrían 47 minutos del segundo tiempo. El partido se moría y el cero parecía inamovible. Un error en la salida de la Lepra dejó al delantero de Huracán, Matías Tissera, de cara al gol. Fue entonces cuando apareció la figura de Leonard Costa. El defensor, en un acto de sacrificio extremo por el equipo, cometió una infracción desde el borde del área para evitar la caída de su arco. El árbitro Nazareno Arasa no dudó y le mostró la tarjeta roja directa por último recurso.
Lejos de amedrentarse, el equipo y la hinchada se unieron en un solo grito. Con diez hombres, Independiente Rivadavia aguantó los últimos minutos con una solidez defensiva admirable, asegurando que el esfuerzo de Costa no fuera en vano y sellando un empate que, por las circunstancias, se celebró como una victoria.
Un Rendimiento basado en el esfuerzo
Si bien las situaciones de gol no abundaron, la Lepra tuvo sus chances para quedarse con los tres puntos, especialmente en los pies de un siempre peligroso Álex Arce y una clara de Sebastián Villa que fue bien contenida por el arquero visitante. El equipo demostró solidez y un compromiso innegociable, supliendo la falta de claridad ofensiva con un despliegue físico y táctico encomiable.
Este punto, conseguido con coraje y en inferioridad numérica, refuerza el espíritu de un plantel que sabe que cada unidad es fundamental en la lucha por sus objetivos. La Lepra, una vez más, demostró que en el Gargantini se deja la piel hasta el último segundo.